Dalí conoció a Gala en Cadaqués en 1929. Ella, rusa y casada con Paul Éluard, visitó la ciudad con un grupo de surrealistas. Dalí se enamoró de inmediato. Gala fue desde entonces su compañera y musa inseparable.
Desde su encuentro, Gala fue figura clave en la vida de Dalí. Inspiró su obra, apareció en múltiples cuadros y representó su ideal femenino. Su presencia fue constante tanto en lo personal como en lo artístico.
Gala fue una fuente constante de inspiración para Dalí, además de su crítica más honesta. En obras como 'Sueño causado por el vuelo de una abeja…', ella aparece como figura central, símbolo de equilibrio entre lo real y lo surreal.
Además de musa, Gala gestionaba la carrera de Dalí. Negociaba contratos, protegía su imagen y establecía vínculos con coleccionistas y galeristas. Su visión y astucia fueron fundamentales para el éxito financiero del artista.
Dalí y Gala se casaron en 1934, pero mantuvieron una relación abierta. Gala tenía otras relaciones mientras Dalí, marcado por inseguridades sexuales, la veía como figura protectora. Esta dinámica, aunque polémica, les funcionó.
La pareja vivió gran parte de su vida en Port Lligat. Allí, Gala administraba la casa y la carrera de Dalí, mientras él creaba algunas de sus obras más relevantes. La casa fue su santuario creativo compartido.
Gala aparece como figura central en numerosas obras, desde 'La Madona de Port Lligat' hasta 'Gala contemplando el mar Mediterráneo'. A veces idealizada, otras con simbolismo religioso, su presencia es constante y poderosa.
En sus últimos años, Dalí representó a Gala como una deidad. La elevó a figura inmortal en sus pinturas más recientes, como expresión de amor y admiración extrema.
Gala falleció en 1982. Tras su muerte, Dalí cayó en una profunda tristeza y se retiró de la vida pública. Pasó sus últimos años en el Castillo de Púbol, alejado del mundo. Su creatividad también se apagó con la pérdida de su compañera.
La relación entre Dalí y Gala fue una alianza creativa y emocional que moldeó al genio del surrealismo. Gala fue mucho más que una musa: fue gestora, protectora y figura central en su vida y obra. Conocer su historia es esencial para entender el legado de Salvador Dalí.